domingo, 29 de abril de 2012

PRIMERA CATEDRÁTICA UNIVERSITARIA DE AMÉRICA LATINA

"Una inteligencia bien disciplinada llega a todo lo que la voluntad se propone"
MARÍA TERESA FERRARI DE GAUDINO



 
Primera catedrática universitaria de América Latina, nació en Buenos Aires el 11 de octubre de 1887. Luego de graduarse como maestra, en 1903 ingresó en la Facultad de Medicina e inició estudios en la Facultad de Filosofía y Letras. 

Un año después fue nombrada profesora en la Escuela Normal No. 3, cátedra que dictaría por espacio de cuarenta y tres años. Egresó como médica en 1911 y al año siguiente contrajo matrimonio con un condiscípulo, Nicolás M. Gaudino.  Ambos se doctoraron casi simultáneamente. 

Solicitó su adscripción a la cátedra de clínica obstétrica de la Facultad en 1914 y comenzó en ese momento su lucha contra quienes consideraban que una mujer no reunía condiciones para el profesorado "por razones de orden fisiológico y psicológico", según consta en  ¡¡ el libro de actas del Consejo Directivo !!
"Las personas de sexo femenino, a pesar de su título; por razones de orden fisiológico y psicológico, no reúnen las condiciones requeridas (no mencionadas) para dedicarse al Profesorado de la Facultad [de Medicina]".
Libro de Actas del HCD del 23/06/1915, Pág.: 138.

Aunque no se le pudo negar lo solicitado, al año siguiente fue pasada a la Escuela de Parteras. Completados los cursos y trabajos, pidió su inscripción en el concurso para una vacante, declarado desierto tres años más tarde, situación que se repitió cada vez que se presentaba. 


Por fin, en 1927 fue admitida como profesora.
Su labor fue incansable ya que alternó la clínica con la cirugía y la docencia con las conferencias y publicaciones. Participó en congresos locales e internacionales. 


Las únicas armas seguras contra el cáncer son la cirugía, los rayos X y el radio.No confíe  su vida a otros métodos.


En 1921 fue a Europa y estuvo dos años, diplomándose en cursos especiales. En París asistió al de Marie Curie, y el tratamiento de tumores genitales con radio fue tema de su tesis de profesorado. 

También tuvo destacada actuación en EEUU y América Latina. En 1936 fundó la Federación Argentina de Mujeres Universitarias y fue presidenta durante 10 años. 



En 1939 fue nombrada profesora extraordinaria, cargo que desempeñó hasta 1952, año en que se retiró. 

Se le debe la fundación de la Maternidad del Hospital Militar Central, en 1925.

 Fue miembro de sociedades médicas del país y del extranjero, y entusiasta propulsora del progreso femenino. Después de su retiro continuó actuando en los medio científicos y ejerciendo la profesión, al par que realizaba nuevos viajes a Estados Unidos y Europa. 

Falleció en Buenos Aires el 30 de octubre de 1956.


Referencias

1. Aller, Dictinio y Conde, José Luis, Doctora María Teresa Ferrari de Gaudino (P. 25).
2. La Semana Médica Nº 35, 1927, (Pgs. 5-11).
Bibliografía
Aller, Dictinio y Conde, Dra. María Ferrari de Gaudino, Primera Profesora Universitaria de América Latina. Vida consagrada al triunfo de un ideal, H. F M. Editor, Bs. As. 1972, II edición.
Revista La Semana Médica, Nº 35, Bs. As. 1917.
Cartas y diarios, Edición de Torres Agüero Editor.
Zuppa, A, Silvia, El caso de Dra. María Teresa Ferrari de Gaudino: el triunfo de la mujer en la docencia universitaria, citado en Saberes y prácticas médicas en la Argentina: un recorrido por historias de vida, Edt. Universidad de Mar del Plata, Bs. As., 2008.
Fuentes: Diarios Clarín, La Nación, La Prensa y Archivo General de la Nación.
"Diccionario Biográfico de Mujeres Argentina", de Lily Sosa de Newton. Plus Ultra.



 

jueves, 26 de abril de 2012

shâh mâta

***
Chaturanga, el juego de las cuatro partes.
En la India del siglo VI existía cierto juego, el chaturanga, del que se cree que se usaba para representar una batalla y de esa manera idear estrategias en el campo. Por eso su nombre, que en sánscrito significa juego de cuatro partes, señalando las cuatro partes en las que se dividía el ejército en el juego. Tal vez Tutankamón (1300 aC) ya lo conociera porque en su tumba se halló un tablero cuadriculado y piezas con significativa semejanza al ajedrez que conocemos. Lo que sí parece seguro es que del chaturanga derivó el shatranj,
shatranj
 variante del chaturanga jugada principalmente en Persia alrededor del 600.

 La Alferza, predecesora de la Reina; el Elefante, predecesor del Alfil moderno, («al pil» en persa, «el elefante»); la Torre o Carro de Guerra; el Caballo; el Rey, que define el final del juego y los peones, soldados o infantería, son las identificaciones más claras con nuestro actual ajedrez.

La expresión shâh mâta proviene de la situación de acoso al Rey, el Sha de Persia, y significa EL REY NO TIENE ESCAPATORIA (nuestro actual jaque mate). La historia de cada pieza se cuenta en un estudio interesante, casi psicológico, de sus movimientos.
Resulta que aún siendo el Rey lo más importante del juego, su pequeña movilidad se explicaba porque el Rey era un gobernante sabio y no un guerrero. En una guerra librada por generales, el juego terminaba cuando el Rey era capturado por el enemigo. Para contrarrestar tamaña debilidad de movimiento, de sólo un escaque por vez, en el siglo XVI se inventó el enroque.  

La Reina tiene la historia más interesante de todas las piezas de ajedrez. En primer lugar, esta figura representaba a un hombre, el consejero del rey llamado "Firzan". Se podía mover un campo en diagonal y servía para la seguridad del rey. Para cuando el ajedrez ingresó a Europa, los españoles, que no conocían el significado de "Firzan", la asimilaron a una Reina, por estar de pie junto al rey y la dotaron de todos sus movimientos actuales haciéndola la pieza más poderosa del tablero.  

La Torre era conocida ya en el chaturanga, pero no como tal, sino como un carro de guerra llamado "Rukh". En el año 1527, Vida, obispo de Albay, publicó un poema que relataba una partida de ajedrez entre Apolo y Mercurio donde las torres eran fortificaciones en la espalda de un elefante. A partir de allí, el carro se identificó con una torre.  

El Obispo era representado como un asistente armado sentado en el lomo de un elefante y por lo tanto los árabes llamaron a esta figura "al-fil", que significa "elefante". Sin embargo, en el centro de Europa no se conocían los elefantes y entonces los obispos fueron interpretados de manera diferente por las distintas naciones. Es por eso que el obispo es un "Läufer" (corredor) en Alemania, un "fou" (loco) en Francia y un "Alfiere" (estandarte) en Italia. El movimento de esta pieza cambió en el siglo XV, de poder saltar sólo un campo en diagonal terminó pudiendo moverse en diagonal todo lo que se quisiera.  

El Caballero cambió muy poco a través de la historia. En el chaturanga ya tenía su salto especial y los indios lo representaban como un guerrero a caballo con un escudo y una espada.  

El Peón tuvo el papel de un soldado desde el comienzo, pero en la Edad Media los monjes trataron de representar a los peones como ciudadanos. Así, el primer peón (por encima de la torre izquierda) era un trabajador agrícola, el segundo un herrero, el tercero, un tejedor, el cuarto un hombre de negocios, el quinto un médico, el sexto un posadero, el séptimo un policía y el octavo un jugador. También en el siglo XV, esta pieza cambió su movimento permitiéndosele un primer avance doble.  
                                              ▲▼▲


Fascinante juego es el AJEDREZ
inspira versos como el de Borges
I
En su grave rincón, los jugadores 
rigen las lentas piezas. El tablero 
los demora hasta el alba en su severo 
ámbito en que se odian dos colores.  

Adentro irradian mágicos rigores 
las formas: torre homérica, ligero 
caballo, armada reina, rey postrero, 
oblicuo alfil y peones agresores.  

Cuando los jugadores se hayan ido, 
cuando el tiempo los haya consumido, 
ciertamente no habrá cesado el rito.  

En el Oriente se encendió esta guerra 
cuyo anfiteatro es hoy toda la tierra. 
Como el otro, este juego es infinito.  

II  
Tenue rey, sesgo alfil, encarnizada 
reina, torre directa y peón ladino 
sobre lo negro y blanco del camino 
buscan y libran su batalla armada.  

No saben que la mano señalada 
del jugador gobierna su destino, 
no saben que un rigor adamantino 
sujeta su albedrío y su jornada.  

También el jugador es prisionero 
(la sentencia es de Omar) de otro tablero 
de negras noches y blancos días.  

Dios mueve al jugador, y éste, la pieza. 
¿Qué Dios detrás de Dios la trama empieza 
de polvo y tiempo y sueño y agonías?  
AJEDREZ


y religiosidad como la de Pérez Reverté

Soy un mal jugador; pero crecí entre libros, marinos y ajedrecistas, y mis primeros recuerdos están unidos a la imagen de mi padre y sus amigos inclinados sobre un tablero, entre humo de cigarros y pipas. 

Me acerqué a ese juego desde muy niño, incluso antes de comprenderlo, intuyendo en él claves útiles sobre los misterios insondables o estremecedores de la vida. 

Después, los cuadros blancos y negros, las piezas en sus escaques, me ayudaron a entender mejor el mundo por donde eché a andar temprano, mochila al hombro. 

Gracias al ajedrez, o a los perfectos símbolos que lo inspiran -repito que soy jugador mediocre, a menudo torpe-, encajé de modo razonable el miedo al aguzado alfil, el horror de la torre devastadora, la soledad del peón aislado en su casilla, los cuadros blancos, negros, fundidos en grises, de la turbia condición humana. 

Y mientras estuve -todos estamos alguna vez, tarde o temprano- en el vientre del caballo de madera esperando mi turno para degollar troyanos dormidos, y luego, cuando al regreso con sangre en las uñas la vida me despobló el cielo de dioses, el ajedrez me dio respuestas, consuelo, sosiego y media docena de certezas útiles con las que ahora envejezco, leo, navego y escribo novelas. 

Otros van a la iglesia, y yo voy al ajedrez. 

De puntillas, con humildad y respeto, a ver oficiar los misterios de la vida.  

COMO QUIEN ASISTE A MISA.


lunes, 23 de abril de 2012

¿Machismo o Ciencia...? Nuevo elemento








El Departamento de Análisis de la Universidad Nacional  lanza a conocimiento público el hallazgo de un nuevo elemento de la tabla periódica.
Dos tahitianas, Paul Gauguin (1899)


 

1.- Análisis Químico:
Símbolo: Mu
Nombre provisorio: Mujer
Descubridor: Adán
Masa Atómica: Apropiada en 53.6 kg . (pero varia entre 40 y 150 kg .) Frecuencia: Cantidades abundantes en todas las áreas urbanas.
Picasso


2.- Propiedades Físicas
a.- Superficie generalmente cubierta por una capa de pintura
b.- Hierve espontáneamente, se congela por razones desconocidas.
c.- Se derrite si se le da un trato especial
d.- Se vuelve amarga si no se le usa correctamente.
e.- Rara vez se la encuentra en la naturaleza en estado virgen.
f.- Cede bajo presión ejercida en los puntos precisos...
Hair Black Amber With Roses, Jose Miguel Roman, (2011)

3..- Propiedades Quimicas
a.- Tiene gran atracción por el oro, la plata y una amplia gama de piedras preciosas...
b.- Absorbe grandes cantidades de sustancias caras.
c.- Puede explotar espontáneamente sin previo aviso y sin razón aparente. 
d.- Es insoluble en líquidos y su actividad aumenta por la saturación en alcohol etílico.
e.- Es el agente reductor de dinero más poderoso conocido por el hombre.

4.- Usos comunes:
a.- Altamente ornamental, especialmente en autos deportivos.
b..- Puede resultar de gran ayuda para la relajación.
c.- Agente limpiador muy efectivo.



5.- Pruebas realizadas:
a.- Alguna especie de las muestras puras se torna rosada cuando se le descubre en su estado natural.
b.- Se torna verde cuando se le coloca junto a una muestra mejor.
Christine Herter Kendall

6.- Peligros potenciales:
a.- Altamente peligrosa, salvo en manos experimentadas.
Gioconda de Leonardo da Vinci
b.- Es ilegal poseer más de una, aunque puede tenerse varias en distintos lugares, mientras que no entren en contacto, en cuyo caso es inevitable una violenta explosión.
Gioconda española (Louvre)




Advertencias:
a.- No existen dos iguales.
b.- Si bien parece un elemento abundante, se considera un bien escaso porque no se encuentra con facilidad una en buen estado, por lo tanto valore la que tiene.

Favor de dar distribución a este documento, por su alto valor científico...o bien por su dosis de humor.




sábado, 14 de abril de 2012

HISTORIAS BLANCAS



Base Melchior, Antártida Argentina

El Turco estaba en Melchior desde 1957, lo recuerda bien porque el 14 de febrero había sido un día difícil para él, después de almorzar sintió una molestia en la parte derecha del vientre.
Llamó al médico, que era el Dr. Koch, y le dijo: - Doctor, Hoy es un día de mucho tránsito en esta parte... Después de revisarlo, el médico indicó: - No te muevas, es apendicitis, voy a operarte. - Primero voy a darme un baño, doctor, hoy estuve haciendo la guardia de agua y estoy sucio. -respondió Abraham, cuyo sentido práctico nunca lo abandonaba.

Se advierte que en ese entonces la Base Melchior no tenía construido el acueducto y era necesario acarrear nieve para derretirla en la cocina, tarea que los antárticos conocen como la guardia de agua. A las ocho de la noche se realizó la operación con éxito y luego el doctor le mostró el trozo de tripa que le había quitado. También el médico aconsejó a los cocineros que se le hiciera comida liviana hasta su recuperación “¡y me terminé comiendo todos los pollos del Destacamento, Los demás me puteaban!” -recuerda Abraham.

Por entonces, en la Armada, la llamada “apendicectomía profiláctica”, es decir la extirpación del apéndice vermiforme sano era optativa para los aspirantes a viajar a la Antártida, aunque sus médicos la recomendaban como prevención. Sin embargo, ya era obligatoria en el Ejército, y comenzaría a serlo también en la Marina justamente a raíz de los hechos que presenció el Turco Abraham al año siguiente, ya que decidió quedarse otra invernada en Melchior sin retornar a sus queridas calles de Buenos Aires. Eso sí, aprovechó para elegirse uno de los mejores camarotes.

En noviembre del ’57 llegó el nuevo Comandante, el Teniente de Infantería de Marina Luis Oscar Ventimiglia, de 27 años, casado, al frente de una Dotación inicial de once hombres. Posteriormente llegaría el Dr. Manuel Sánchez Sánchez, médico civil contratado por el Departamento de Sanidad de la Marina, también de 27 años, que arribó en el Buque ARA Bahía Aguirre el 11 de febrero de 1958. Esto fue documentado por dos periodistas uruguayos, el cronista Hugo Rocha y el fotógrafo Alfredo Caruso, que compartieron la travesía con el médico. Según Rocha, los facultativos que iban a las bases eran optimistas sobre la actividad que les aguardaba: “Esperan encontrar pocos problemas profesionales: sus eventuales pacientes son hombres jóvenes y sanos que han recibido su certificado de salud antes salir de Buenos Aires. Debido al aire seco y frío, que constituye en efecto un medio estéril, no hay bacterias y por lo tanto no es posible contraer enfermedades infecciosas; anticipan, eso sí, traumas y fracturas; tal vez algún caso de apendicitis”. Entrevistado el Dr. Sánchez Sánchez relativizó el tema añadiendo que él mismo iba sin operarse.

El joven médico no imaginaba el interminable año de horrores que tendría por delante. Hugo Rocha hizo una pintoresca descripción sobre aquella base Melchior de 1958: “Melchior es el primer Destacamento Naval Argentino en la Antártida. Fue establecido en 1947 y está dedicado exclusivamente a observaciones meteorológicas, que se transmiten diariamente al centro de la isla Decepción. La casa de Melchior es la más elegante que hemos visto hasta ahora en la Antártida. El salón de descanso tiene piso de linóleo encerado y está adornado con plantas de tomate, cultivadas en macetas con tierra traída desde Buenos Aires, la casa tiene los ya conocidos camarotes con cuchetas superpuestas, cámara frigorífica, taller mecánico, cocina, enfermería, biblioteca y demás comodidades. Hay también dos perros que deben llevar la vida más descansada del continente. No se los usa para tirar de ningún trineo -por falta de espacio- son solamente mascotas. Aquí empezamos a conocer algunos de los secretos de la vida en la Antártida.

 Hasta ahora, nos ha llamado la atención la normalidad de la vida que llevan los hombres en todas las bases, dentro de las circunstancias excepcionales de aislamiento y lejanía en que se encuentran. ¿Cómo se las arreglan los ocupantes de este destacamento, donde ni siquiera hay lugar para caminar fuera de la casa? Nos enteramos de que, a pesar de la falta de espacio, la vida aquí es bastante entretenida. En invierno, se hiela el mar y los muchachos conviertan a la pequeña caleta en cancha de fútbol. También hacen esquí sobre la falda del cerro que cierra el paso a los trineos. La pesca en la caleta es buena, aunque hay sólo una clase de pez, llamado nototenia, que vive en aguas profundas. Es muy voraz y cae fácilmente con un cebo que consiste en un simple trapo rojo. Es también muy sabroso. -Siempre hay algo que hacer – dice Ventimiglia– Y si no hay, se inventa. El ocio es un enemigo peligroso en Antártida.”

 Esas breves declaraciones del Teniente Ventimiglia al periodista uruguayo, de alguna manera anticipaban su propio drama personal. LA AUTOPROFECIA DEL COMANDANTE.
 Recuerda Abraham que en las charlas de sobremesa, el nuevo Comandante contó que meses antes había ido a Mendoza, junto a un grupo de camaradas, para entrenarse en prácticas de escalamiento y esquí. Durante esos ejercicios, uno de sus compañeros había tenido un ataque de apendicitis y debió ser operado de urgencia. A partir de entonces, el miedo se convirtió en obsesión para el joven Teniente Ventimiglia. “Al comandante se le metió en la cabeza la preocupación sobre qué le pasaría si se le produjera una apendicitis en la Antártida. Y empezó a tocarse esa zona, y se lo veía metiéndose los dedos en la parte derecha del vientre” -añade Abraham. Pasó el tiempo.
Bahía Aguirre en Decepción
Faltaba poco para que el Bahía Aguirre hiciera la última pasada de marzo para despedirse definitivamente hasta la temporada siguiente. Hugo Abraham estaba haciendo su habitual guardia nocturna de radio cuando vio entrar al Comandante con un papel en la mano. El Turco lo leyó. Era un despacho dirigido al buque pidiendo una junta médica. Luego miró intrigado a su comandante, pero el Tte. Ventimiglia le dijo: - Esperá, no lo mandés ahora, yo te aviso cuándo mandarlo. Llegó la hora de entregar la guardia y el comandante no había regresado. El Turco hizo lo que debía, anotó formalmente el despacho en el libro de guardia y le dijo a su relevo: “Mirá, guardá esto, pero no lo trasmitas porque el comandante dijo que él iba a ordenar en que momento se lo transmitía”.

Se levantó de la silla aliviado, creyendo que ahí terminaba su responsabilidad; pero en la noche siguiente, cuando retomó la guardia, todavía estaba ese despacho sobre la mesa. Había que tomar una decisión, el barco estaba próximo a venir... El Comandante tenía costumbre de ir a la sala de radio a eso de las 9. Cuando lo hizo, el Turco no dejó pasar la oportunidad, levantó el despacho y le dijo: - “Señor, ¿y con esto qué pasa?” El Tte. Ventimiglia tomó el despacho, volvió a leerlo para sí, pensó un momento, luego rompió el papel en pedazos y lo tiró al tarro de la basura. El Turco entendió que no cabía preguntar nada más. Vino el buque, bajó la comitiva y saludó alegremente con el habitual “hasta el año que viene”. Siempre era angustiante en la Antártida ese día, el día en que se iba el último buque, se sabía que después llegaban los duros meses de aislamiento total por mar y por aire, lo que generaba un sentimiento de desamparo, no había vuelta atrás. A todo esto, era habitual verlo al Comandante tocándose y hurgándose con los dedos la zona derecha del vientre. En medio del almuerzo del 18 de mayo, el Teniente Ventimiglia se levantó de la mesa con gesto de dolor y se encaminó al camarote. Tras él fue el médico, quien volvió después de revisarlo y dijo “bueno muchachos, lo vamos a tener que operar...” Sánchez Sánchez designó un equipo de colaboradores y les explicó más o menos lo que debería hacer cada uno, dispuso que Hugo Abraham fuera su ayudante, seguramente por su experiencia previa, en tanto el otro radio, de apellido Oviedo, sería el anestesista, encargado de administrar el pentotal, la intervención se haría con anestesia total.

Como la enfermería era pequeña se preparó la cámara como quirófano y a falta de camilla se utilizó una mesa. Abraham lo recuerda así: “Empezó la operación, serían más o menos las 5 de la tarde, todo iba lo más bien, el médico abrió, me mostró el apéndice, que era pequeño como la punta del dedo meñique, apenas como la falange más chiquita, llegó, ató, cortó la tripita y el doctor empezó a meter todo adentro para coser. En eso Oviedo le dijo “¡no tiene pupilas, no tiene pupilas!”, el doctor le miró los ojos y empezó a moverlo un poco para que reaccionara. Al ver que no respondía intentó con masajes de resucitación en el pecho, hizo traer el tubo de oxígeno que estaba en la enfermería, le pusimos la máscara con oxígeno, estuvimos como dos horas haciéndole resucitación, pero no volvió, se quedó ahí. Y el apéndice era, como digo, muy pequeño, pero en cambio toda esa zona estaba amoratada, inflamada, de tanto tocarse”. La escena era estremecedora, los hombres se miraron, estaban solos en medio de la nieve y el Comandante había fallecido.

Nació el 23 de febrero de 1927 y a sus 83 años conserva una vitalidad sorprendente, realiza caminatas que superan los veinte kilómetros, se alimenta exclusivamente de carne de vaca, “la última vez que tomé una sopa fue hace 38 años” -puntualiza- y sus ojos celestes se iluminan cuando recuerda las numerosas anécdotas antárticas que lo contaron como protagonista.
Abraham continúa: “Había que hacer un ataúd, ninguno de nosotros sabía cómo hacerlo. Fuimos a la casa de emergencia y por suerte, como en todos los destacamentos, había chapas de zinc. Cortamos y soldamos, lo forramos por dentro ¡quedó bastante bien! y luego velamos al Comandante toda la noche, como se hace acá.”

Por supuesto, inevitablemente, fue un velorio sin flores. Mientras tanto, la triste noticia fue comunicada por radio al mando para que la supiera la familia del difunto. A las 5 de la tarde del otro día se dio por cumplido el velatorio, había que sacar el ataúd fuera del Destacamento. Ya era noche cerrada y soplaban fuertes ráfagas. Hubo algunos problemas con el cajón: “Lo habíamos entrado de costado pero cuando tratamos de sacarlo no pasaba por la puerta, era un poco ancho, cómodo lo hicimos, pero salió justo por la ventana de la cocina. Salimos con sol de noche pero con el temporal que había, el sol de noche se apagaba. Lo pusimos a unos 200 metros del destacamento, se hizo un poco de pozo en la nieve y se lo dejó en la nieve, nomás. La nieve se encargaría de cubrirlo. Y al otro día se le puso un tirante, como de 4 o 5 metros de alto, para señalizar el lugar. Después tuvimos que poner otro tirante, porque la nieve tapó al primero en seguida.” -sigue contando Abraham.

Por entonces, el Capitán Enrique Pierrou, a cargo de la División Antártida en el Servicio de Hidrografía Naval, se comunicó con Abraham, a quien conocía de campañas anteriores, y con el tono amable y sencillo que lo caracterizaba le dijo: “Mirá, che, Hugo, acá habló la señora de Ventimiglia. Quiere hablar con alguno de los muchachos del Destacamento, y yo le he dicho que hable con vos que sos el que más ha estado ahí y tenés más conocimiento, tratá de explicarle, de convencerla y...” Hugo reflexiona: “¿Y de que la vas a convencer desde allá? ¿Qué se puede decir en un caso así?”.
 Pero aceptó recibir la llamada de la señora.  Ésta comenzó haciendo diversas preguntas sobre la forma en que había fallecido su esposo y pasadas las explicaciones necesarias, la charla derivó en la enorme tristeza que la embargaba. El Turco trató de consolarla: “Le dije que había sido un hombre muy querido, muy bueno, que siempre le hacíamos una oración, ¿que otra cosa le iba a decir?” -resume Abraham con la simpleza que lo caracteriza, y continúa: “Después de eso, cada dos por tres me llamaba y yo no sabía que decirle ya. Siempre lo mismo ¿que otra cosa le vas a decir?. ¿Qué quería más que le diga? Una vez le terminé diciendo a los muchachos de radio de Buenos Aires: Si vuelve a llamar díganle que me fui a una patrulla.”

Tras el fallecimiento del Teniente Ventimiglia, la Comandancia del Destacamento Naval quedó excepcionalmente a cargo de un civil, el Dr. Manuel Sánchez Sánchez.
Pero la cosa no terminó allí...

miércoles, 11 de abril de 2012

DE IDEOLOGÍAS Y DE VACAS...Pueden comentar pero está prohibido no reírse



Supongamos que usted sea propietario de dos vacas. Ahora, elija cuál es el sistema político que más le conviene:

  • Feudalismo: Usted tiene dos vacas, el Lord se lleva parte de la leche... 
  • Socialismo puro: Usted tiene dos vacas, el gobierno se las lleva, las pone en un corral comunitario junto con muchas otras. Usted tiene que vigilar las vacas de todo el mundo. El gobierno le da toda la leche que necesite. 
  • Socialismo burocrático: Usted tiene dos vacas, el gobierno se las lleva a un corral comunitario junto con muchas otras. Son vigiladas por ex-cuidadores de gallinas. Usted tiene que cuidar de las gallinas que el gobierno les quito a ellos. El gobierno le garantiza la leche y los huevos que están en el reglamento. 
  • Fascismo: Usted tiene dos vacas, el gobierno se las lleva, a usted le pagan para que las vigile y luego el gobierno le vende la leche. 
  • Comunismo puro: Usted tiene dos vacas. Los vecinos le ayudan a cuidarlas, entre todos se reparten la leche. 
  • Comunismo Ruso: Usted tiene dos vacas, usted tiene que vigilarlas, el gobierno se lleva toda la leche. 
  • Comunismo Camboyano: Usted tiene dos vacas, el gobierno se las lleva, usted es fusilado. 
  • Dictadura: Usted tiene dos vacas, el gobierno se las lleva, usted es reclutado para el ejército. 
  • Democracia pura: Usted tiene dos vacas, los vecinos deciden quién se queda con la leche. 
  • Democracia representativa: Usted tiene dos vacas, los vecinos eligen a alguien que decida quién se queda con la leche. 
  • Democracia CEE (Comunidad Económica Europea): Usted tiene dos vacas, el gobierno le dice cómo las debe alimentar y cuándo las va a ordeñar. Luego le paga para que tire la leche a la basura. Luego se las lleva, mata una y ordeña la otra. Al final le obliga a llenar papeles justificando la falta de una vaca. 
  • Anarquía pura: Usted tiene dos vacas, o vende la leche a un precio justo o sus vecinos lo matan para robarla. 
  • Capitalismo: Usted tiene dos vacas, vende una y se compra un toro. 
  • Humanismo: Usted tiene dos vacas, la liga protectora de los animales se las lleva para el zoológico. 
  • Hinduismo: Usted tiene dos vacas, ellas le dicen lo que debe hacer. 
  • Surrealismo: Usted realmente tiene dos jirafas, el gobierno le obliga a bailar salsa. 
  • Democracia Argentina: Ud. tiene dos vacas y por ello deberá pagar: Impuesto al valor agregado (IVA) 21 %, Ingresos brutos 6 %, Ingresos inteligentes 12 %, Fondo de desempleo del toro 3 %, Promoción exportación de naranjas 10 %, Impuesto a la madre desnutrida 2 %, Fondo a la copa de leche provincial 4 %, Fondo coparticipación Unitaria 8 %, Fondo Carpa Blanca 10 %, Fondo Carpa Negra 8 %, Fondo promoción de la manteca 14 %, Fomento a la producción 10 %, Iluminación Obelisco 10 %, Impuesto fondo reservado 8 %, Fondo incentivación legisladores 10 %, Fondo lucha contra la vinchuca 4 %, Fondo incentivación del agro 10 %, Total 140 %. La Dirección General Impositiva le acepta las dos vacas como adelanto al impuesto del año que viene, el importe de la leche producida será aceptado como parte del pago de la moratoria del año anterior y le da cómodos plazos para hipotecar su campo y saldar la deuda. Por ahora puede quedarse con parte del suero. Estas condiciones son parte de una amplia Moratoria Impositiva lo que no lo exime de otros impuestos que puedan surgir.

AGUANTE
ARGENTINA

viernes, 6 de abril de 2012

La vida es un día y ese día es una pequeña isla de luz en medio de la oscuridad:"que hay noche antes y después de lo que vivimos"

El título de esta nota pertenece al prólogo que César Antonio Molina hace a las ODAS DE RICARDO REIS, de FERNANDO PESSOA
Maestro, son plácidas
todas las horas
que nosotros perdemos,
si en el perderlas,
cual en un jarrón,
ponemos flores.

No hay tristezas
ni alegrías
en nuestra vida.
Sepamos así,
sabios incautos,
no vivirla,

sino pasar por ella,
tranquilos, plácidos,
teniendo a los niños
por nuestros maestros,
y los ojos llenos
de Naturaleza...

Junto al río,
junto al camino,
según se tercie,
siempre en el mismo
leve descanso
de estar viviendo.

El tiempo pasa,
no nos dice nada.
Envejecemos.
Sepamos, casi
maliciosos,
sentirnos ir.

No vale la pena
hacer un gesto.
No se resiste
al dios atroz
que a los propios hijos
devora siempre.


Cojamos flores.
Mojemos leves
nuestras dos manos
en los ríos calmos,
para que aprendamos
calma también.

Girasoles siempre
mirando al sol,
de la vida nos iremos
tranquilos, teniendo
ni el remordimiento
de haber vivido.

*********************************************************
El poeta portugués Fernando Pessoa introdujo la noción de heterónimo en teoría literaria y es el mayor y más famoso ejemplo de producción de heterónimos. Para él ellos eran otros de él mismo, personalidades independientes y autónomas que vivían fuera de su autor con una biografía propia, esto es dotados de distintos caracteres que fraguasen lo que él llamó “drama em gente”.

Fernando Pessoa, Heteronimia

Son, por así decirlo, una especie de alter ego u otro yo del autor. Así fueron creados los autores Álvaro de Campos, Alberto Caeiro, Ricardo Reis, Bernardo Soares, Antonio Mora, entre muchos otros de menor importancia y desarrollo, algunos de ellos femeninos, hasta un número total de 70, escribiendo una obra poética para cada uno.

Como botón de muestra...


LIBRO DEL DESASOSIEGO
DE BERNARDO SOARES
Por Fernando Pessoa en Traducción de Angel Crespo
1
(PREFACIO)
Hay en Lisboa unos pocos restaurantes o casas de comidas en los que, encima de una tienda con hechuras de taberna decente, se alza un entresuelo que tiene el aspecto casero y pesado de un restaurante de ciudad pequeña sin tren. En esos entresuelos poco visitados, excepto los domingos, es frecuente encontrar tipos curiosos, caras sin interés, una serie de apartes en la vida.
El deseo de sosiego y la conveniencia de los precios me han llevado, durante un período de mi vida, a ser parroquiano de uno de esos entresuelos. Sucedía que, cuando tenía que cenar a las siete, casi siempre encontraba a un individuo cuyo aspecto, que al principio no me interesó, empezó a interesarme poco a poco.
Era un hombre que aparentaba unos treinta años, magro, más alto que bajo, encorvado exageradamente cuando estaba sentado, pero menos cuando estaba de pie, vestido con cierto descuido no totalmente descuidado. A la cara pálida y sin facciones interesantes, un aire de sufrimiento no le añadía interés, y era difícil definir qué especie de sufrimiento indicaba aquel aire; parecía indicar varios: privaciones, angustias y ese sufrimiento que nace de la indiferencia de haber sufrido mucho.
Cenaba siempre poco, y terminaba fumando tabaco de hebra. Observaba de manera extraordinaria a las personas que había allí, no de modo sospechoso, sino con un interés especial; pero no las observaba como escrutándolas, sino como si le interesasen y no quisiera fijarse en sus facciones o analizar las manifestaciones de su carácter. Fue este rasgo curioso el que primero hizo que me interesase por él.
Pasé a verle mejor. Me di cuenta de que un aire inteligente animaba de cierto modo incierto sus facciones. Pero el abatimiento, la inercia de la angustia fría, ocultaba tan regularmente su aspecto que era difícil entrever, además de éste, cualquier otro rasgo.
Supe incidentalmente, por un camarero del restaurante, que era un empleado comercial, de una firma de allí cerca.
Un día sucedió algo en la calle, por debajo de las ventanas: una escena de pugilato entre dos individuos. Los que estaban en el entresuelo corrieron hacia las ventanas, y yo también, y también el individuo del que estoy hablando. Cambié con él una frase casual, y me respondió en el mismo tono. Su voz era empañada y trémula, como la de las criaturas que no esperan nada, porque es perfectamente inútil esperar. Pero resultaba, por ventura, absurdo conceder esa importancia a mi compañero vespertino de restaurante,
No sé por qué, empezamos a saludarnos desde aquel día. Un día cualquiera, en el que tal vez nos aproximó la circunstancia absurda de coincidir el que ambos fuésemos a cenar a las nueve y media, empezamos una conversación accidental. A cierta altura, me preguntó si escribía. Respondí que sí. Le hablé de la revista Orpheu, que había aparecido hacía poco. La elogió, la elogió mucho, y yo me quedé verdaderamente pasmado. Me permití hacerle la observación de que me extrañaba, porque el arte de los que escriben en Orpheu suele ser para pocos. Por lo demás, añadió, aquel arte no le había ofrecido verdaderas novedades: y tímidamente observó que, no teniendo dónde ir ni qué hacer, ni amigos a los que visitar, ni interés en leer libros, solía gastar sus noches, en su cuarto alquilado, escribiendo también.

Fernando Pessoa, un corazón de nadie.

miércoles, 4 de abril de 2012

Tú dirás siempre la última palabra...pero nunca la primera

La ninfa Eco, de 1936. La naturaleza del pintor surrealista  Max Ernst aparece no sólo hostil sino también en proceso de degradación.

Puedo explicarlo científica, físicamente...pero es más dulce, más romántico, contarlo de otra forma. No importa si ha sido verdad o no, nunca lo es de todos modos...Así que, como sea, ahí va. Espero sus opiniones...


Eco y Narciso, pintura de John William Waterhouse (1903).


Eco era una ninfa de montaña que había sido educada por las Musas y que poseía una bella voz, tanto era así, que la niña estaba muy orgullosa de su timbre y su locuacidad.
Cuenta la leyenda que, queriendo Zeus solazarse sexualmente con unas ninfas llamadas Jimenas, pidió a Eco que distrajera a Hera, su celosa esposa, para que ésta no descubriera el adulterio.
Eco accedió y entretuvo a Hera con una elocuente conversación, de manera de darle tiempo a Zeus a consumar el acto. La treta no resultó, ya que Hera, sospechando la infidelidad, bajó a la Tierra y sorprendió in fraganti al dios.

Cuando descubrió el engaño, maldijo a Eco y la castigó, obligándole a repetir sólo lo que dijera su interlocutor: "Tú dirás siempre la última palabra, pero nunca la primera".
Incapaz de mantener una conversación, limitada a repetir sólo las palabras ajenas, Eco rehuyó del trato humano.

Pero un día, paseando por el campo, se encontró con Narciso, un pastor muy hermoso, de quien se enamoró perdidamente.
El pastor, que también cargaba con otro cruel designio (ESTABA ENAMORADO DE SI MISMO), cuando se dio cuenta de que la ninfa no hacía más que repetir sus propias palabras, la consideró loca y la despreció.

Eco, desesperada, persiguió a Narciso por los campos, repitiendo sus palabras sin cesar, sin descansar ni alimentarse, de tal modo que fue debilitándose cada vez más hasta extinguirse por completo.

De ella sólo quedó la voz, repitiéndose eternamente, a lo lejos.
Michelangelo Caravaggio (1595, Palacio Barberini de Roma).